Prólogo: Fragmento extraído de cuento el “Hoyo azul”.
por Alexis Pablo, 10
Ahora Coco, el último de los personajes de la esquina que quiero presentar. La primera vez que lo vi fue en aquel viaje a Mérida. Yo estaba acampando en las montañas con unos amigos, y supongo que fue la altura o lo que llaman el mal de páramo lo que hizo que me diera fiebre y me sangrara la nariz sin parar. Así que decidí ir a la ciudad a buscar asistencia médica. Uno de los chicos me llevó en su carro y camino al hospital discutimos por las cosas que discuten las personas y al llegar me dejó de mala gana y se largó. Entonces entré y me comunicaron que la hora de consulta del otorrino ya se había terminado, que regresara al día siguiente. Salí en busca de una plaza donde descansar y pensar donde pasar la noche. Ahí recordé que un amigo de Ruperto, Coco, estaría esos días en la ciudad y lo contacté y nos encontramos. Era alto, muy alto y yo pequeña, realmente pequeña a su lado. Coco me dijo que me llevaría a casa de la Picola, la prima de Ipnacio. Así que caminamos en subida alrededor de treinta cuadras y llegamos a una casa con dos palmeras gigantes y entramos en un anexo al fondo. La Picola no había llegado así que la esperamos. La espera fue corta y Coco se fue inmediatamente. Ella sería mi enfermera por esa noche y esto fue lo que pasó: al llegar la Picola comenzó con un monólogo extenso y muy rápido:
Hola chama cómo estás y eso que estás en Mérida yo me vine a vivir porque es lo mejor la lluvia la gente el arte los helados esta casa es la mejor aunque tiene ratas el primer día que dormí aquí las escuché caminando por el techo son muchas pero no importa pago poquito y ese cuadro se lo regalaron a mi novio porque una vez se cayó al suelo y no puso las mano y por eso dice Julio no puso las manos y los colores psicodélicos y aquí me gusta antes vivía en un lugar y la maldita vieja esa cuando me fui contraté a un tipo para que le secuestrara los perros para luego hacerle un video y mandárselo y viera a sus perros con capuchas negras y ladrando por sus vidas y yo al fondo riéndome JAJAJA JAJAJA MUAJAJA pero el tipo no pudo hacer el trabajo porque le dispararon en las costillas en esos días y estaba de reposo y tú estás enferma ahh!! Ven tómate este té que es el té del olvido tiene unos ingredientes secretos del bosque yo siempre me lo tomo y no recuerdo ni el dolor ni nada ven toma tómatelo chama eso es lo que es.
Ella me decía todo eso mientras me empujaba la cabeza hacia la taza. Yo resistí apretando los labios y me escabullí hasta la puerta y corrí atravesando el patio, las palmeras gigantes y la reja y me fui y ella vino detrás de mí gritando –Ven, tómatelo– y yo seguí corriendo por la calle mientras me sangraba la nariz y ella siguió gritando –CHAMA, CHAMA– y así hasta que las dos dejamos de vernos y de oírnos. Esa noche la pasé en una plaza. Recuerdo que me sentí muy mal e hizo mucho frío, pero nada de esto tiene que ver con Coco excepto que ese fue el día que lo conocí y no lo volví a ver hasta aquellos tiempos en la esquina.
Hola chama cómo estás y eso que estás en Mérida yo me vine a vivir porque es lo mejor la lluvia la gente el arte los helados esta casa es la mejor aunque tiene ratas el primer día que dormí aquí las escuché caminando por el techo son muchas pero no importa pago poquito y ese cuadro se lo regalaron a mi novio porque una vez se cayó al suelo y no puso las mano y por eso dice Julio no puso las manos y los colores psicodélicos y aquí me gusta antes vivía en un lugar y la maldita vieja esa cuando me fui contraté a un tipo para que le secuestrara los perros para luego hacerle un video y mandárselo y viera a sus perros con capuchas negras y ladrando por sus vidas y yo al fondo riéndome JAJAJA JAJAJA MUAJAJA pero el tipo no pudo hacer el trabajo porque le dispararon en las costillas en esos días y estaba de reposo y tú estás enferma ahh!! Ven tómate este té que es el té del olvido tiene unos ingredientes secretos del bosque yo siempre me lo tomo y no recuerdo ni el dolor ni nada ven toma tómatelo chama eso es lo que es.
Ella me decía todo eso mientras me empujaba la cabeza hacia la taza. Yo resistí apretando los labios y me escabullí hasta la puerta y corrí atravesando el patio, las palmeras gigantes y la reja y me fui y ella vino detrás de mí gritando –Ven, tómatelo– y yo seguí corriendo por la calle mientras me sangraba la nariz y ella siguió gritando –CHAMA, CHAMA– y así hasta que las dos dejamos de vernos y de oírnos. Esa noche la pasé en una plaza. Recuerdo que me sentí muy mal e hizo mucho frío, pero nada de esto tiene que ver con Coco excepto que ese fue el día que lo conocí y no lo volví a ver hasta aquellos tiempos en la esquina.
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