sábado, 13 de marzo de 2010

Final



por Yoel Villa, 3

Cuesta abajo, y a golpes,
me persigue una enorme piedra.
Anónimo.


Clara sale del baño secándose el cabello. Hay agua caliente, me dice, mientras va hacia el espejo. Desde la ventana se ven cientos de árboles en caída. Clara comienza a peinarse, y de vez en cuando se vuelve hacia mí y me sonríe. Te amo dice. Una mosca me rozó los labios y la nariz. Quiero irme a casa y perderme en el noticiero, en las películas de los Hnos. Marx, en las viejas series de westerns. Quiero hacerte muy feliz. Escupo sus palabras. Clara me ve a los ojos y se desespera. Eso de ser feliz es un cuento tonto. Clara no dice nada, solo está ahí vistiéndose: se pone los pantalones y se abrocha el sostén. Qué equivocado estás en la vida, me dice.


Salimos y de inmediato se nos vino el cielo abajo. Llueve horrible, dije. Clara apenas y veía la lluvia caer, permanece distante, abrazada a su suéter azul claro. Quiero irme muy lejos. Esta ciudad me odia. Es como una carcajada que se te mete en los oídos y te deja sordo. Clara se esconde tras una canción vieja de Héctor Lavoe. El jefe me debe dos palos, sabes. Con eso podríamos irnos tú y yo, y no sé. A mí me gustaría vivir en Barcelona. “Sr. Pedro. Hola, ¿cómo está? Lo llamo porque, y disculpe que sea tan franco, porque necesito los dos millones que me debe. Sí. Sí, yo sé, pero los necesito. Quiero irme de esta ciudad de mierda”. Para el carro, me dice Clara con un dejo de tristeza en la mirada. Para el carro, por favor. Clara se baja y se va. ¿Adónde vas? ¡Entra al carro, por favor! Clara se acerca y me dice no te preocupes, Carlos, estaré mejor sola. Coño, Clara, entra al maldito carro, que está lloviendo. No quiero gritar, pero no aguanto, me muerdo las palabras, me las como con rabia. Entra, y te llevo a tu casa. Vete. Que subas te dije. Vete a la mierda, Carlos. Está bien, Clara, vete a la mierda tú también.

Regreso a mi casa. Duermo.

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